Estreñimiento en el bebé

Estreñimiento en el bebé

Aunque se trata de un trastorno que afecta más a los niños alimentados con lactancia artificial, es importante saber reconocerlo para actuar correctamente.

Todos sabemos explicar en qué consiste el estreñimiento. Sin embargo, en los bebés puede tener matices que hagan más complicada su definición. Así, lo que en un principio se explicaría como un trastorno de la defecación en que ésta se hace difícil, poco frecuente y con expulsión de heces duras y escasas, sucede que a veces estos criterios no siempre van unidos y, además, los adjetivos «difícil» y «poco» son relativos. Por eso es normal que haya cierta confusión al respecto, que no tiene mayor importancia siempre que no comporte la aplicación de remedios inadecuados o innecesarios.

No confundirlo
La coordinación entre los movimientos del intestino y la relajación del esfínter del ano no es muy eficiente en los bebés, que a menudo deben efectuar bastante esfuerzo para lograr evacuar y es normal que levanten las piernas y se pongan rojos de tanto empujar. Pero si la deposición que finalmente logran eliminar es de consistencia normal (y muy a menudo es incluso blanda), no puede decirse que tengan estreñimiento; por tanto, no se les debe dar zumo de naranja ni tomar ninguna otra medida encaminada a reblandecer unas heces que no lo necesitan. En cambio, sí que puede ser útil flexionarles las piernas sobre el abdomen cuando están haciendo fuerza o, mejor todavía, sostenerles de manera que puedan apoyar y empujar con sus pies, como si estuviera en cuclillas (que es la posición más natural para evacuar), de forma que la presión que hagan con su abdomen sea mucho más eficaz.

¿Cómo se alimenta?
Durante los primeros meses, la frecuencia de las deposiciones depende básicamente del tipo de alimentación del bebé, pero también de su edad y de su propia naturaleza. 
Así, con la lactancia materna, lo más normal al principio es que ensucien los pañales casi cada vez que comen, aunque algunos, en vez de seis o siete pequeñas deposiciones, hacen una o dos más abundantes. Luego se va reduciendo la frecuencia y es muy normal que alrededor del mes y medio sólo evacuen una o dos veces al día. Pero también los hay que pueden pasarse hasta tres o cuatro días, y si se les ve tranquilos y luego eliminan sin mayor dificultad unas heces de consistencia normal, tampoco debe hacerse nada.

Sin embargo, cuando las deposiciones escasean durante los primeros días, conviene asegurarse de que estén mamando bien, porque si no comen, no es que se estriñan sino que no tienen nada que evacuar. A partir del tercer día de vida y hasta que la lactancia materna no esté bien asentada, evacuar menos de tres veces diarias es muy frecuentemente un signo de insuficiente alimentación.

En cambio, con lactancia artificial, ya desde los primeros días las heces son menos frecuentes, por lo que es raro que el niño ensucie el pañal más de dos veces diarias y muy común que pase más de uno o dos días sin hacer nada. Mientras luego no sean muy duras y el bebé sufra para eliminarlas, tampoco hay motivo para intervenir de ningún modo. En cualquier caso, tanto si el bebé se alimenta con leche materna como artificial, tan sólo se podrá hablar de estreñimiento ante la aparición de molestias entre largos intervalos sin deposiciones, y cuando al evacuar éstas sean de consistencia dura.

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Estimula su inteligencia

Estimula su inteligencia

No se trata de convertir a tu hijo en un pequeño Einstein sino de proporcionarle todas las herramientas para ayudarle a desarrollar su inteligencia.

Quizás no sabías que ya venimos al mundo con una determinada capacidad intelectual. Memoria, sensibilidad y grandes posibilidades para aprender las traemos de serie. Sin embargo, podemos irle añadiendo extras a través la estimulación. Y es que la inteligencia no es algo estable que no se pueda cambiar sino que se va construyendo y desarrollando a partir de las capacidades y potencialidades que cada uno tiene en función de la estimulación recibida. Además, si tenemos en cuenta que la mente del niño hasta los 6 años es como una esponja que lo absorbe todo, entenderemos que estos primeros años de vida son el mejor momento para que sus neuronas sean activadas y conectadas unas con otras. Esta es la etapa en la que tendrá más predisposición para aprender y desarrollar sus capacidades. Es más, se sabe que el cerebro de un niño de tres años es dos veces más activo que el de un adulto, lo que explica, por ejemplo, la facilidad que tienen para aprender un idioma en comparación con los mayores.

Antes de nacer
Está demostrado que ya desde antes del nacimiento se pueden entrenar y fortalecer las funciones cerebrales. Es lo que se denomina estimulación prenatal. Así, aquellos bebés que durante el embarazo han recibido estimulación táctil y auditiva, tienen tras el nacimiento mayor equipamiento cerebral. Existen muchos programas educativos que han demostrado que antes de nacer el niño ya está dotado de memoria, sensibilidad y de otras muchas capacidades. Existen varias formas de realizar la estimulación prenatal:

– Hablarle en voz alta junto al vientre. La mamá lo puede hacer con la ayuda de un tubo de cartón, por ejemplo.
– Ponerles música clásica.
– Acariciar el vientre y hablarle mientras tanto.
– Que la mamá esté tranquila y relajada.
-Que la mamá se alimente bien: una dieta saludable en la que no falten alimentos ricos en vitaminas B o hierro, y en la que suprima el alcohol, también favorece la salud cerebral del bebé.

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Hijos únicos. Los reyes de la casa

Hijos únicos. Los reyes de la casa

Mimados, solitarios, mandones… son sólo algunos de los calificativos que suelen atribuirse a los hijos únicos. Sin embargo, es una realidad que conlleva sus riesgos y sus ventajas, y su evolución, como la de cualquier otro niño, dependerá de la educación que le demos como padres.

Son muchos los tópicos que pesan sobre la idea de que un niño crezca sin hermanos. Desde “pobrecito, se aburrirá mucho”, pasando por “debe ser un consentido”, hasta el “¿no pensáis darle un hermanito?”… constituyen comentarios que muchos padres han de soportar, pero que no deben asustar y muchos menos condicionar. Y es que juzgar al hijo único como más egoísta, mandón y mimado es una actitud hacia los niños que también afecta a sus padres, ya que les puede crear un sentimiento de culpabilidad, pueden tener complicaciones en la relación con sus hijos o pueden tener más hijos de los que realidad querían tener. Con las posibles complicaciones que esto puede acarrear: criar a un hijo no plenamente deseado afecta a la salud y a la felicidad de los padres. Por tanto, conviene tener claro que la educación de un solo hijo, como la educación de dos hermanos o de una familia numerosa, tiene sus pros y sus contras, sus riesgos y sus ventajas. Lo único que necesitamos es un poco de información para saber cómo actuar ante determinadas situaciones, aprender a controlar algunos comportamientos y conocer aquellas virtudes que sería bueno potenciar.

Ir al caso por caso
Y es que si bien los tópicos circulan de boca en boca, no dejan de ser eso, tópicos. Éstos, además, siempre están hechos de generalizaciones y nos podemos encontrar con un hijo único que cumple alguno de ellos, mientras otro no cumple ninguno, o incluso con uno que tiene hermanos y los cumple todos. “Esto desmonta de base el tópico como generalización, mientras que el niño por niño no es nunca una generalización”, remarca Montse Colillas, coordinadora del Grupo de Maternidad del Colegio de Psicólogos de Catalunya y Directora del Centre Vincles. Además, también dependerá del contexto familiar en que nace el niño y porqué es hijo único.

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Los 20-25 mejores hábitos para tu hijo

Los 20-25 mejores hábitos para tu hijo

Nunca es demasiado pronto para empezar a inculcar a tu hijo buenos hábitos que no sólo le permitirán crecer y desarrollarse sano y feliz, sino que sentarán unas bases sólidas de cara al futuro.

El aspecto educativo es muy importante para los niños, porque si adoptan buenas costumbres en la infancia, podrán mantenerlas con facilidad el resto de su vida, lo que supondrá una importante ventaja para ellos a muchos niveles. En efecto, a partir de los dos años es una época idónea para que se vayan introduciendo de forma progresiva, y sin forzar, algunas pautas de alimentación, sueño, aseo, buenos modales… que los pequeños adquirirán sin darse cuenta (recordemos que son como esponjas que todo lo absorben) y que les acompañarán a medida que se hagan mayores, en todas las etapas de su vida. Así, por ejemplo, si ya desde la más tierna infancia les hemos acostumbrado a comer fruta de postre, seguro que seguirán haciéndolo cuando crezcan y habremos contribuido a que coman mejor. Hazles un regalo que les durará toda la vida, o mejor 20, que son los buenos hábitos que te proponemos a continuación: sueño, higiene, cuidado personal, alimentación, buenos modales…

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